sábado, 2 de octubre de 2010

Indecisión

           
            (El escritor inicia el relato)
            A y B se encuentran en una fiesta. De inmediato A se enamora de B, y viceversa. Se trata de un amor fulgurante, sin preámbulos. A le propone a B escapar de la fiesta. B no se lo piensa dos veces y acepta. Van a casa de A. Mientras A prepara unas copas en la cocina, B fantasea con escenas sicalípticas, igual que A. A y B, por tanto, se estremecen ante la inminencia del polvo con el que respectivamente sueñan. Pero B es retraído y espera que sea A la que le invite a su cama. Lo mismo que B, también A es retraída y considera que hasta ese momento la iniciativa ha sido suya y para que B no crea que se mete en la cama así como así, decide cederle toda la iniciativa. B mira los ojos y las tetas de A, dos globos hinchados que mentalmente agarra, succiona y muerde. A A no se le escapa la mirada lúbrica de B y sonríe, pensando que de un momento a otro B la besará primero y la desnudará y la empalará después. Pero el tiempo pasa y no pasa nada.
            A renglón seguido, A no sale de su asombro. B bebe y habla de esto y de lo otro sin parar. La excitación de A no disminuye, pero continúa decidida a que sea B quien la aborde. Por su parte, B, también excitado, no ve la manera de cortar su propia verborrea y echarse sin más sobre A.
            (Y en este punto caliente del relato el escritor se cansa de escribir, dejando, como otras veces, a A y B muertos de ganas)

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