A mí me empiezan a entrar dudas minutos antes de acudir a la iglesia. Los zapatos de puntera estrecha me molestan. El peinado de rodete no me sienta. El vestido blanco de cachemir es demasiado ligero. Me miro y me remiro en el espejo y no. Definitivamente no, no estoy nada contenta. Mi madre trata de animarme. Dice que son los nervios.
En la iglesia, a punto estoy de desmayarme. Mi novio me espera en el altar, expectante. A mi padre se le escapa una lágrima de emoción. El cura comienza la ceremonia. Mi novio dice que sí. Yo digo que no.
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