martes, 1 de mayo de 2012

Flora Tristán



Ya no podrás cambiar el mundo, Florita. Estás a punto de morir. Sólo tienes cuarenta y un años y pareces una viejecita. La fiebre te tiene exaltada. Gimes y aúllas de dolor, y dentro de poco caerás en coma. Apenas reconoces ya las voces de quienes te rodean: tus buenos amigos Elisa y Charles Lemonnier, y ese falso Stouvenel que ha traído a un curita para darte la extremaunción. Deberías defenderte de ese último acto de traición, pero te faltan las fuerzas. Una vez más la audacia de la grey turiferaria y oscurantista va a derrotarte. E incluso será peor cuando mueras. Celebrarán tu entierro como mandan los cánones, con un gran cortejo que recorrerá las calles del centro de Burdeos detrás de tus restos. No se cumplirán, pues, tus deseos de donar tu cadáver para que lo autopsien en el Hospital de la Pitié. ¿Y qué será del mundo que ibas a cambiar, Florita? Si existiera el cielo, te alegraría ver cómo gracias a ti principia su curso en dirección segura a la estación de tus sueños…

(Esta fue mi contribución sin suerte al concurso organizado por NH Hoteles. El tema era un personaje de Vargas Llosa).






2 comentarios:

  1. Si no estoy muy despistada es de "El paraíso en la otra esquina" Y creo que has recogido bastante bien la esencia del final de Flora.

    Besitos

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  2. Elysa: no estás despistada, es de esa novela. Fue un final triste el de Flora, repudiada por una buena parte de las derechas y de las izquierdas.
    Otro beso.

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